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    El sacrificio de Jesús es el mayor ejemplo de amor y entrega que podemos tener en nuestras vidas. Él, siendo el Hijo de Dios, no dudó en dejar su trono y convertirse en siervo para rescatarnos del dolor y la escoria que nos separaba de Dios. Con su sacrificio, Jesús nos reconcilió con el Padre y abrió un nuevo camino de salvación para toda la humanidad.

     


    En la vida, todo requiere de algún tipo de sacrificio, como bien decía mi abuela. Y el sacrificio de Jesús fue el máximo precio jamás pagado por obtener nuestra libertad. Él pagó con su vida el precio que todo hombre adeudaba, quitó el dolor de nuestros corazones y nos devolvió la razón de vivir y existir.

     

    Hoy, gracias a su sacrificio, podemos decir que Jesús es la solución a cualquier situación. No debemos tardar en reconocerle, en invocarle y aceptarlo como nuestro Salvador y Señor. Él nos sacará de la escasez y nos dará mayor madurez en la vida.

     

    No podemos ignorar el sacrificio de Jesús. Debemos actuar con sabiduría y sensatez, y en nuestro tiempo libre invocarlo y reconocerlo como nuestro Salvador. Solo entonces entenderemos que su sacrificio no fue en vano y agradeceremos por la vida de cada uno de nuestros hermanos. Recordemos que nada en la vida es gratis y lo que no cuesta, no se aprecia. Demostremos nuestra gratitud y amor a Jesús aceptando su sacrificio y siguiendo su camino de amor y entrega.